Image: Viejos con boina de Juan Dolcet
A Ca’l Jacinto no hay mesa libre, para variar. Despeinada, con el pelo al trote y los ojos en huída permanente, se pasa el trapo por la frente, se estira la camiseta y lee:
Què vols Manel? La mama ha fet sopa de caldo, ensaladilla rusa, habas, callos o amanideta. Una mica de fricandó….sí, te lo miro.
De pies de ministro, ya no quedan. Pescado… sonso frito, sardinas plancha y bacallà a la llauna.
Manel se mira a la nena, la huele fresca, neta i polida, y después saluda al marido que está con los carajillos en la barra, pero controla a la nena y al viudo, no sea que se le vaya la mano con tanta confianza. Muchos años son ya los que Manel tiene su mesa en este comedor, más o menos desde que la mujer se le fue con un mecánico, harta ya de la barca y el olor a morralla. A Ca’l Jacinto, los demás, por si las moscas, lo apodaron el viudo y le cedieron un rincón cerca del televisor para que pegue la cabezadita mientras no llega la tercera ambulancia que viene a buscarlo en lo que va de año.
Isabelita viene de la peluquería como todos los sábados con el pelo tan caoba que una buena mortaja le haría juego.
Nena, que no me harías una truiteta de espinacas bien blandita?
Y le enseña una boca medio hueca donde ya no hay más que dos puentes y alguna funda dorada que acabará vendiendo para comprar cartones. Isabelita se quedó viuda antes de que inauguraran la Nova Icaria. A ella le gusta más El Suquet de l’Almirall, donde dice que un día Ernest LLuc le picó l’ullet, pero el bingo le pierde y els nanos se han ido de cap de semana a la torre de Palau de Can Tordera. El marido de los carajillos da órdenes estrictas a la nena: hoy no se fía, mañana, sí.
A las dos llega el pequeño Mowgli y su padre de fin de semana. Aporrea la máquina de tabacos y pide ¡¡¡Macarrons!!!. El padre juega con el teléfono, el niño juega con las patatas, la nena le recoge el tenedor veinte veces.
Menja’t les llenties, noi, que no et faràs gran!
Ascensión y Manolo se piden una sopa y un filet de pobre con berenjenas fritas. Ella, de Almuradiel, empezó una mañana echando nata de bote en el pisto y a los varones que le quedan- Lourditas murió a los 8 años con el corazón pequeñito- no les hizo mucha gracia que su madre mezclara dulce y salado, a lo tonto. Después se olvidó de la harina de las croquetas y a sus varones no les hizo gracia que su madre hiciera croquetas líquidas. Un día hizo bolitas de pan toda la tarde y a los varones de la casa les horrorizó que su madre lo esferificara todo.
Manolo ingresó de urgencias y se puso el primer catéter. Mandaron venir una muchacha sencilla que hacía la faena de la casa, pero el cebiche no convenció a Manolo quien echó mano del pan y los chorizos extremeños. El varón más soltero pidió un pollo con patatas y su madre lo estampó contra la pared. A Manolo le dio otro infarto. Y después probaron las pizzas y Ascensión les puso kétchup a todas: probaron los fideos chinos, pero a Manolo le subió la tensión con tanta soja. La nena de Ca’l Jacinto le dice con dulzura,:
Ascención cariño, tengo un poquito de arroz con leche, que en vols?.
Ascensión levanta los ojos mates y dice mi madre lo hacía para Semana Santa.
A Manolo le tiemblan los ojillos.
P.D: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Los nombres no están cambiados para preservar su intimidad. Este restaurante no aparece en el Google. Este restaurante cierra los días festivos y no tiene carta. Siempre está lleno, desde hace 40 años. No aparece en las guías turísticas, no es ni gourmet, ni foodie, ni slow food, ni responde a tendencia gastronómica alguna. No hay un grupo de empresarios detrás del negocio, lo regenta una ama de casa. Dicen por el barrio que es el mejor restaurante de comida casera que hay en la ciudad. Yo digo que es mucho más, porque en él han encontrado cobijo Manel, Isabelita, Ascensión y Manolo.
