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Biografía

ADIÓS, CHICLANA, ADIÓS. ME VOY PARA VOLVER.

Santa Ana, en su ermita de merengue,  nos da la bienvenida a Chiclana.  Blanco sobre azul, salinas, ronco quejío  de Rancapinos, guitarras arrinconadas como arpas bequerianas en patios de albahaca, levante furioso, ansia de fino Collantes, de pajaritos de la huerta, de puchero con hierbabuena.  Pena muy honda. Me duelen los vivos y más aún todos los  muertos que me dejaron huérfana de patria. Me falta la mitad de mi yo.

Busco sombras corriendo por la Alameda, tardes de estío en la calle La Vega, mujeres de azabache,  viejas enlutadas en sillas de enea, geranios en  la casa puerta, olor a piñones. Me compro un borrachito con tembleque: llora mi ausencia de cuarenta años. La Barrosa se ha mudado de paisaje. Sin pinos, sin dunas, sin casetas, sin parpujas, sin barcas, esta playa ya es como las otras. Me horroriza. Queda el castillo de Hércules al fondo, silueta pétrea de una infancia mil veces reescrita.

La mañana tiene aroma a café de puchero y pan de telera con manteca colorá.  El mediodía se sienta en la mesa con butifarra de Chiclana y ensaladilla de huevas. El almuerzo tiene- ¡Alá es grande!- las mismas risas que antaño. Hospitalidad gaditana:

!prima¡, ¿que paza?

Qué joia por culo,  hay qué ver, tanto tiempo sin  venir a Chiclana

 ¿ Vamos a ir a Los Caños esta tarde, no?

Sonrío, pero el dolor prende los fuegos: pescadito, morrillo de atún, coquinas de Santi Petri, gazpachito sin mortero. Marea desbocada en mi corazón.

Buscamos el muelle de Santi Petri  y compruebo la ferocidad del tiempo: estocada mortal. Lágrimas de salitre,  un sol muy ardiente, engullido por el mar,  me quema las entrañas. Cenamos allí donde los pescadores viejos cuentan historias de atunes. Pedimos chocos con papas, pero el turista sólo quiere lo que come en su tierra,  pijotas que se muerden la cola y hoteles con campo de golf.

Me voy de Chiclana con un adiós mentiroso, temporal. Estoy condenada a volver porque la patria de un escritor es su infancia. Chaladuras del Levante, seguramente.


2 comentarios
Carmen

agosto 10, 2012 @ 13:23

Reply

Ay, quilla…! Es tal y como lo cuentas. Se me ha puesto la piel de gallina.
Chiclana te hace volver… es así!!
Un beso!

Chiclana

agosto 15, 2012 @ 23:33

Reply

«Pedimos chocos con papas, pero el turista sólo quiere lo que come en su tierra» o en su defecto, Pizzas, porque parece que van a cambiarle el nombre al pueblo a Chiclana de la Pizzeria… Menos mal que aun hay gente que le gusta la comida de verdad 😀

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Por Ines Butrón
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