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Biografía

La hora del té: Sans & Sans

Este noviembre tiene añoranza de flores. Sin ocres, ni marrones, ni verdes musgos, la Ciudad Condal,  húmeda y grisácea, se refugia de sus  otoños tristes en los bares, las cafeterías, las terrazas abrigaditas con candiles. En Santa María del Mar tintinean unas luces rojas que no se apagan nunca, como los perdigonazos de la memoria. Me quedaría, pero debo cumplir mi encargo. Una neoyorkina- negra esperanza-  me pide que le haga llegar hasta su Brooklyn natal  algunos tés e infusiones  que ella ha seleccionado  con precisión de alquimista.

Una hilera de botes  azules y algunos enormes tarros de cristal encierran las flores y las esencias del jardín que Deborah quiere saborear, y yo me dejo llevar por el aroma intenso, delicado, dulce, exótico o amargo que se escapa, como genio a la fuga, por la tienda de los rituales y las fragancias comestibles. En medio de este delirio olfativo, sólo me hiere una duda.

En aquellos largos días de quimioterapia, en aquellas tardes en las que yo rezaba para que pudieras sorber dos gotitas más, respirar dos horas más,  en aquellos días en los que yo ponía en la taza de agua caliente el té rojo o verde que te gustaba, el gajo de limón, la canela, la hierbabuena  y la miel, en aquellos días en los que tu boca  ya no era más que dos finas líneas selladas, tus huesuda nariz, un lento soplo, tus ojos diminutos, dos oquedades negras, ¿qué te hubiera gustado probar?

¿Tal vez un Jardín de Frutas? Ese  té verde con frutos rojos, o quizás con frambuesa, fresa, grosellas y pasas; el delicado White Satin, un té blanco aderezado con pomelo, frutos de la pasión y pétalos de rosa. Una infusión relajante para las noches nos hubiera reconfortado a ambas. Maravillosa las Mil y una Noches, llenita de  frutas buenas, como a ti te gustaban, el melocotón, el albaricoque y la  nectarina. O la Dolce  Vita, ¿Por qué no? Vivir intensamente, aún ahora, con Anita y Mastroianni en el recuerdo,  sorbiendo una sabia mezcla de manzanas, peras, naranja, jengibre y mandarina. ¿Y una Havana Nigthts? Sugerente, blanquísima tu taza perfumada de  bahía caribeña: un poquito de flores de hibiscus, naranja,  manzana, papaya y mango. Y por la tarde, un gotitas  más de sol; una infusión  de Piña Colada, algo de coco y algo de piña para esta desesperada  y ridícula Carmen Miranda que pretende revivirte con  su frutero danzón.

¿Y éste? ¿Qué tal un  Body and Soul? Manzana, hierba limón, pétalos de rosa, piel de limón y manzanilla. ¿Nos embarcamos en un sensual viaje mientras te mojas los labios con  el Rooibos Orient Express? Algo de  rosa, jazmín, lavanda, aroma de manzana verde y frutas exóticas. ¿Y qué me dices del Hig Moon?: flores de hibiscus, trozos de manzana, piel de naranja, pétalos de rosa, flores de girasol, clavo y cardamomo. ¿No es pura fantasía arábiga diluida en agua?.

Este noviembre catalán con añoranza de flores las ha encerrado a todas en las bolsitas de té del   Sans & Sans. Algo más que una tetería.

 


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Por Ines Butrón
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