Lonjas de Catalunya :alimentación y territorio
Visitar las lonjas de Catalunya- algunas de ellas- nos recuerda algo obvio que a menudo olvidamos: cocinar es entrar en contacto con la tierra y el mar. Creer que estamos por encima de aquello que nos sirve de sustento nos convierte en seres dominantes y mezquinos y nos conduce a desastres medioambientales cuyas consecuencias padecen los más desfavorecidos. Cocinar para alimentarse correctamente es seguir el paso de las estaciones, sembrar bien y a tiempo, recoger lo que sea justo y necesario, respetar las vedas, obtener y no esquilmar, cuidar para ser cuidado.
Entresacar del mar sin agotarlo es tarea complicada en un mundo tan voraz. Este pequeño paseo por las lonjas de Catalunya tiene como objetivo observar cuán difícil es la supervivencia de pescadores y pescados y valorar el esfuerzo de unos y otros por sobrevivir a los deseos de un consumidor a veces poco consciente.
Los que hacemos posible este blog intentamos recorrer todos aquellos lugares donde crece la comida con la esperanza de mostrar que una alimentación más responsable es posible, del mismo modo que un mundo menos depredador sería deseable. La libertad que estos pequeños gestos nos producen bien valen todos los esfuerzos que le dedicamos.
En este post te mostramos lo que hemos descubierto en nuestra visita a algunas lonjas de Catalunya, las que han estado a nuestro alcance. Todas ellas pueden ser visitadas y, sólo en una, la pequeña lonja de Montgat, en el Maresme, es posible comprar directamente al público no profesional. Una lástima, pues se evitarían la venta ilegal de pescados que no adquieren la talla necesaria o, simplemente, escapan de los controles sanitarios y administrativos. Todas representan un mundo que empieza a desaparecer por las dificultades que entraña mantener la pesca de bajura en un Mediterráneo cada vez más agotado.
Los pescadores, por otra parte, tienen carácter, leyes, lengua y cocina propias, una riqueza cultural que no pasará a la posteridad por el desinterés de quienes nos alimentamos con el pescado ordenado y pulido en lineal de supermercado, por lo que nos perdemos toda la información gastronómica que cada producto conlleva. Cada una de estas lonjas de Catalunya tiene, además, según la geografía donde se enmarca, su propia joya de la corona. Verlo en vivo y en directo para comprender el porqué de muchas de las preguntas que nos hacemos en torno a nuestra alimentación es algo que recomendamos encarecidamente. Así, pues, damos un breve paseo por algunas de las lonjas de Catalunya que hemos visitado Vilanova i la Geltrú, Arenys de Mar, Montgat y Badalona, Ametlla de Mar, San Carles de la Ràpita y Vinarós.
Lonja de Vilanova i la Geltrú: la costa de la ruta del xató
Situada en las costas del Garraf, Vilanova i la Geltrú tiene una de las mejores lonjas de Catalunya. Cada día, sobre las tres de la tarde, llegan los barcos con las capturas que después venden en la subasta de pescado. Magníficas piezas de pescado salen vivas del recinto para proveer los mejores restaurantes de la zona y las pescaderías de media Catalunya que saben de la calidad del pescado que se captura en estas costas. Son famosas sus gambas y las jornadas gastronómicas que la tienen por estrella del festín, pero también hermosas sepias en la primavera, emperadores, langostas, lubinas, brótolas, calamares, merluzas de palangre, doradas o sardos que luego se pueden comprar en su mercado.
El antiquísmo bull de tonyina que degustamos en el bar del mercado de Vilanova i la Geltrú. Plato recio, de aprovechamiento y sabores fuertes. Con las entrañas del atún, caracoles, patatas y un buen sofrito se elabora una verdadera joya gastronómica, una muestra de un modo de vida que se está perdiendo y que no puedes dejar de probae si eres un enamorado de la tradición culinaria local. Abajo podéis observar también cómo rellenan los calamares, acompañándolos de guisantes y una buena picada con chocolate negro. Deliciosos!
En pleno Carnaval, no os perdáis sus merengues y , si sois valientes, quedaros a su batalla campal a «merengazo limpio»
Si además queréis degustar otra peculiaridad de la zona, pedid que os hagan una tortilla d’espigalls. Sólo en pleno invierno, cuando crecen las coles «brotoneras»:
Lonja de Badalona: micacos y dimonis.
Cada día, cerca de las 12 del mediodía se celebra la subasta pública en la lonja de Badalona, una ciudad que creció en un equilibrio difícil entre la pujanza industrial y su carácter marinero del cual ya queda muy poco, pues su número de pescadores se ha reducido drásticamente. Apenas unas barcas varadas en la playa recuerdan esa forma de vida.
Obviamente, el visitante no podrá comprar, pero si disfrutar del espectáculo, recorrer su paseo, observar el Pont del Petroli con su mono emblemático de aquel anís que dio fama a la localidad, recorrer la Rambla bajo las palmeras y algunas casas señoriales, símbolo de un pasado entroncado con la historia de los indianos.
A día de hoy, Badalona presume de recuperar algunos antiguos baños y chiringuitos donde degustar ese pescado que aún colea cuando llega a restaurantes como La Donzella de la Costa y L’Estupendu.
Lonja de Montgat: tacons al ritmo de las olas
La más pequeña y curiosa de todas las lonjas catalanas, cerquita de nuestra casa, recuerdo vivo de lo que fue el Montgat del peix. Cada día se celebra la subasta a las 13 h. y, cuando haya conseguido entender el mecanismo:), podrá comprarle al pescador cualquiera de las bonitas cestas donde se distribuye una mezcla del pescado capturado. En principio, no puede elegir el contenido de esas bandejas, pero, al final de la subasta, todo es negociable:)
Si el día está soleado, la vista de la playa, el paseo, el ambiente y la seguridad de comprar pescado vivo hacen que el desplazamiento merezcan la pena. No podéis pasar por alto «nuestros tacons«: un pescadito plano y delicioso que yo sólo he probado en Badalona y en Montgat, tan de casa como los «micacos«, que son, en todas partes, nísperos, menos aquí. La cocina y la lengua son las entrañas de un pueblo.
Por otra parte, si esto no resulta aún lo suficientemente atractivo, un buen «esmorzar de forquilla» en el antiguo Can Faba de Montgat, unas sardinas asadas en el chiringuito de los antiguos baños del Carmen o una cena en el patio de La Fonda Marina hacen que todo «cobre sentido«. Del mar a la mesa, El Maresme empieza a asomar en el horizonte….
Lonja de Arenys de Mar
¿Y qué decir de la lonja de Arenys? Su tradición pesquera se mantiene hasta hoy con tanta fuerza que no hay restaurante o pescadería de media Catalunya que no presuma de comprar en su subasta. Todos los días, a las cuatro de la tarde, llegan los barcos con las preciadas gambas rojas de Arenys y, a partir de ahí, se mueven con rapidez pescadores y compradores en una frenética carrera de cajas, pescados que se deslizan por las cintas transportadoras y pantallas que muestran el precio, el nombre del difunto ( a veces colea aún) y su precio de salida. Al margen de esto, ya se sabe, siempre hay alguien que trajina con un cubito de sardinilla o «moixina» buscando posible comprador/turista:) Las rayas de la primavera inundaron la lonja en nuestra última vista, las sepias eran tan inmensas que los propios del lugar no daban crédito, y había, como siempre, sardinas y buenas brótolas, ese pescado de carne delicada y blanca que tantas cazuelas nos brindó hace ya algunos años. Para mí, mejores que algunas merluzas.
De esta parada en la lonja de Arenys- nos queda mucho por descubrir aún- surgió esta sencilla cazuela de sardinas. Nada más simple y más sabroso para disfrutar del verano:
Puerto y lonja de l’Ametlla de Mar:
Hacia el sur, L’Ametlla es el pueblo que abre el camino hacia el Parque Natural del Delta del Ebre. Puerto pequeño y recoleto, famoso por sus capturas de langostinos, mejillones, ostras y anguilas en las proximidades de la desembocadura, ha crecido singularmente estos últimos años gracias a la iniciativa de Ballfegó y su innovador proyecto acuícola. A pocas millas de la costa, el atún rojo del Mediterráneo vive en su propio hábitat en un estado de semi cautividad. No es capturado en las tradicionales almadrabas sureñas, sino que permanece en este «cercado natural», donde crece y se reproduce para posteriormente ser pescado y comercializado. El éxito de este proyecto que ha permitido obtener atún rojo de una calidad más que aceptable en cualquier época del año ha llevado también a sus impulsores a crear actividades lúdicas en torno al atún, como la experiencia de nadar entre atunes en su propio hábitat.
La última semana de abril acoge las Jornadas del atún rojo del Mediterráneo, su producto estrella. Pero cualquier cosa recién salida de la barca y degustada en pequeños bares y restaurantes cercanos al puerto resulta de lo más delicioso.
Nos saltamos la parada de La Ampolla no sin antes recordar que cada mes de mayo los amantes de las ostras del Delta del Ebro pueden degustarlas en una fiesta gastronómica popular y nos vamos directamente a San Carles de la Ràpita donde el puerto y la bahía son, a la vez, la antesala al Parque Natural del Delta del Ebro, hábitat que comparten en armonía hombres y animales, las aves migratorias , las especies marinas y los arrozales, además de las famosas «muscleras» donde se crecen en bateas mejillones y ostras que podemos observar desde la costa en plena Bahía dels Alfacs.
De la lonja de San Carles de la Ràpita partirán muchos de los pescados y mariscos que veremos en los mercados de esta amplia zona denominada Terres del Ebre, un territorio que abarca diversos paisajes y comarcas, una riquísima gastronomía con productos de gran valor arraigados al territorio, pues se extiende desde el parque natural de Els Ports hasta la propia desembocadura del río. En Tortosa, capital del Baix Ebre, y en su mercado es posible comprar buenos langostinos, meros, rayas, doradas, atunes, ostras, ortiguillas, caixetes y cañaillas o cargols de punxa, pero también aves de corral criadas en los pueblos del parque natural de Els Ports, y el aceite de sus olivos centenarios:
Junto con un buen arroz del delta, siempre se obtienen paellas suculentas:
Nuestra última parada- de momento- por este pequeño recorrido de puertos y lonjas de Catalunya acaba en Vinarós, al límite con la provincia de Castellón, lugar donde los amantes de los arroces y de los langostinos solemos recalar al menos una vez al año para observar que la vida que surge del mar sigue, pese a todo, resistiendo.
