Con la llegada del otoño los mercados y las tiendas de alimentación se llenan de productos que han madurado bajo el sol del verano, lentamente, concentrando azúcares y otros nutrientes que nos serán beneficiosos para el largo invierno. Sus atractivos colores inducen a añadirlos en nuestros platos, a sacarles el partido gastronómico que se merecen. Desde las granadas a los higos, los caquis o las chirimoyas, la fruta de otoño es como un secreto que se ha ido gestando bajo el sol de nuestros días más plácidos para iluminar la penumbra de la estación, para ayudarnos cuando el frío arrecie.
Ensalada de higos, requesón y nueces.
Pero, para mí una de las joyas gastronómicas otoñales son los frutos secos. Están tan ligados a la historia de la alimentación que nunca les agradeceremos lo suficiente a las almendras, las nueces o las castañas las muchas hambrunas que han evitado, los deliciosos y numerosos platos que se han transmitido de generación en generación llenando nuestra despensa de sabor y energía. Desde la dulcería de origen árabe, pasando por los grandes platos de caza enriquecidos con castañas , higos o nueces, hasta las picadas y romescos catalanes, o el famoso menjar blanc que ha llegado hasta nuestros días en versiones más actualizadas, los frutos secos han estado presentes a lo largo de los siglos en la alimentación cotidiana porque, entre otras cosas, faltaban muchos de los productos modernos que luego los sustituyeron. Pienso, por ejemplo, en las castañas gallegas y sus sustitutas las patatas, o en el ajoblanco andaluz, sin presencia alguna del tomate.
Crema de castañas con trompetes de la mort y huevo poché.
Por eso, llegadas estas fechas, busco lugares en Barcelona dónde comprar buenos frutos secos para hacer estas y otras muchas recetas que iremos poniendo en este blog a medida que la estación vaya dando sus frutos.
Bizcocho de chocolate, almendras y nueces.
Si os gustan, pues, tanto como nosotros los frutos secos y queréis que sean de calidad, tomad nota de estas tiendas, porque, además, son lugares únicos con historias muy interesantes detrás del mostrador:)
Seguro que la habéis visto paseando por el Born, seguro que os habréis fijado en su mostrador, sus cajones, sus cestas…. Existe desde 1851 y es un ejemplo de lo importante que fueron los frutos secos, las legumbres y el cereal hasta hace poco más de 40 años en la alimentación diaria. Historia de la gastronomía en estado puro. No os perdáis su visita y aprovechad para comprar a granel avellana de Reus y piñones de Huelva.
Maravillosa tienda de frutos secos donde encontrar cereales de todas clases ( su arroz bomba es de muy buena calidad). Desde la quinoa real, el couscous, el mijo o el bulgur, hay de todo en esta preciosa tienda de comestibles a la antigua usanza, más una gran variedad de legumbres y un maravilloso olor a especias. Voy a menudo sólo por ver esas sacas que lucen preciosas bajo los porches y comprar a granel medio kilito de cada cosa. Existe desde 1945, pero yo de tí iría ya: cada día cierra un viejo colmado ante la indiferencia de todos.
Casi todos los colmados, tiendas de alimentación o ultramarinos tostaban café. Y algunos lo hacían en plena calle, como muchas otras cosas de antaño. A esta tienda maravillosa que está también en el Born desde 1940 llegarás por el olor a café, a chocolate, a miel y especias. Una gozada, menos el sábado por la mañana. Imposible dar un paso más allá de la puerta por el gentío que se acumula en la tienda. Cómo no, también puedes comprar a granel.
Can Corbera. Badalona y San Cugat
Sin lugar a dudas, la tienda de alimentación más bonita de Badalona desde 1942. Magníficos todos sus frutos secos, su café, su fruta deshidratada, sus garrapiñadas… Y ahora, también, su charcutería que está justo enfrente. Esta tienda sólo necesita una cosa: que el mercado Maignot vuelva a funcionar para que una servidora pase por allí más a menudo:)
Arabia. La nota exótica del Clot.
De esta tienda ya hemos hablado a propósito de la gastronomía de Oriente Medio en Barcelona. Sería injusto no citarla ahora que hablamos de frutos secos, porque a ellos les debemos muchos de nuestras tradiciones gastronómicas, productos y, por supuesto, los mejores pistachos iranís.
